Cuando el reloj marcó las 12:53 de la madrugada, la voz de Pobre diabla fue anunciada por varios bailarines “robotizados” que invadieron el escenario. De repente, William Omar Landrón, su verdadero nombre, salió corriendo vestido de gala, por fuera, y de una aparente inmensa alegría, por dentro. Feliz, flaco y con la frente sudada, cantó en vivo un popurrí de sus éxitos para luego dar paso a Diva virtual.
Cualquier sirena de ambulancia o alarma de tienda se hubiera quedado muda frente a la gritería que cundió el lugar.
“Es un verdadero placer tener juntas a tantas personas en mi Puerto Rico. Gracias a todos. ¿Seguimos?”, saludó al eufórico público antes de Sexy robótica. La gente contestaba con gritos, pues no se entendía bien lo que decía.
“Estoy nervioso. ¿Dónde está la gente de Bayamón, de Guaynabo, de Dorado, de Loíza, de la casa? ¿Saben qué? Aquí tienen otra sorpresa: mis respetos para Zion & Lennox”, dijo al presentar a este dúo y multiplicar así la euforia de la audiencia.
Los tres esparcieron ímpetu al entonar juntos un escogido de éxitos del dúo y números del Don, como Salió el sol. Los respectivos vídeos eran exhibidos en 12 pantallas gigantes a lo largo de la tarima.
“¡Tiraera, tiraera!”, solicitó la alborotada audiencia. “Toda esa gente que dice que hace música y no hace música na’ no vale un peso. Esto va pa’ esa gente”, enunció antes de interpretar otro popurrí de guerrea lirical y el tema de su colega Tony Dize El doctorado, en versión merengue.
Acto seguido, presentó a Kendo, quien lo acompañó en otro cúmulo de canciones, entre otros noveles reguetoneros, hasta cerrar el show a la 1:55 de la madrugada.
Ritmo y sensualidad
Alexis & Fido habían calentado los motores con su explosiva intervención a las 12:00 de la medianoche. Una entrada basada en vídeos antecedió una coreografía movida al ritmo de Corazón que no siente, Tócale bocina, Mala conducta y otros títulos. Fue el momento en que más cadencia y sensualidad hubo.
Pero el culto a la sexualidad humana estuvo en manos de Plan B. El grupo apareció a las 11:20 de la noche, cuando ya la transpiración de la multitud se traducía en olores combinados con variados hedores. El roce de cuerpos se intensificó con La fuga, uno de sus números más difundidos, flanqueado por chicas en bodypainting y chicos con sombrillas orientales rositas.
Dramático Baby Rasta
A las 10:30, se escuchó un tiroteo en el CCPR mientras el Music Hall llegaba a su clímax. No fue real, sino que se trataba del inicio de una secuencia audiovisual en la que se recreaba el accidente que tuvo Baby Rasta a principios de marzo, cuando recibió varios balazos.
Las pantallas mostraban un vídeo en el que el rapero escenificó el dolor físico que sintió en ese entonces, aparentemente desaparecido el sábado a juzgar por los brincos que dio momentos después, cuando, blindado por un grupo de bailarines y su compañero de dúo Gringo, logró paralizar a los presentes.
“¡Aquí estoy, mi gente! ¿Dónde están los jóvenes?”, gritó el intérprete moviéndose entre pirotecnia para interpretar con Gringo Lo de ella es fichuriar.
“Buenas noches. Aquí les voy a cantar una canción que representa la victoria, gracias a papá Dios”, expresó antes de entonar Mañana sin ti, uno de sus “clásicos” incluidos en el disco Romances del ruido.
“Allá hay un Dios, que de verdad existe. Hay un Dios que lo ve todo. Hoy se supone que yo no cantara. ¡El doctor me dijo que no puedo, y estoy aquí!”, exclamó.
Tras tres o cuatro números más, el binomio anunció que se iría. Cuando los espectadores les pidieron otra, Baby Rasta & Gringo les respondieron con una sorpresa: el acompañamiento sorpresivo de Ángel & Khriz, quienes no aparecían en los anuncios de la actividad.
Los cuatro se unieron en un puñado de temas, incluido Na’ de na’. A las 11:00 de la noche, aún seguían con un menú de hits radiales de hace varios años al tiempo que al Centro de Convenciones seguía entrando gente.
Buen comienzo
De esta manera empezó el segundo segmento del espectáculo, cuyo cierre estaría a cargo de Alexis & Fido y, más tarde, del propio Don Omar.
Si se podían descifrar tres palabras de las letras interpretadas, era mucho. Pero la idea de esta reunión de exponente de música urbana no era disfrutar de buenas vocalizaciones, sino recrear un party en el que miles de personas despejaran el estrés.
Ese objetivo se cumplió también en el primer segmento, al menos con las presentaciones de Juno, Dylan & Lenny, Javy “The Flow Killer”, Blackpoint, Jay Álvarez y Nova & Jory.
Aunque sin reconocimiento mundial, éstos pusieron a gritar y perrear de diversas maneras al público. Es un hecho que la música de estos raperos se escucha en este país, pues gran parte de sus canciones fueron coreadas.
El recinto no tenía sillas, de manera que la pista quedó libre para el contacto corporal intenso propio de los pasos de baile del reguetón. De esa sensualidad se aprovecharon estos intérpretes para multiplicar la energía de sus espectadores. Por ejemplo, Dylan & Lenny repetían constantemente la frase: “¡El que quiera perreo que me grite puñe… (interjección)”.
Jay Álvarez y Nova & Jory, por su parte, preguntaron: “¿Dónde están los bellac… (cachondos)?”, mientras los espectadores, en su mayoría mujeres adolescentes, convertía su cuerpo en tablón de expresión.
El evento, que comenzó a las 7:00 de la noche, contó con la animación de Nicole Chacón y JD, y las mezclas de los Dj’s Nelson, Elektrik, García y Bo, quienes pusieron varias veces el sencillo en promoción de Daddy Yankee, Descontrol.
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